Los suelos son un recurso natural que podría considerarse no renovable. Esto quiere decir que aunque si tiene la capacidad de recuperar su potencial este proceso se da de manera natural muy lentamente.
La importancia de los suelos para la supervivencia
Esta información es relevante porque si las zonas áridas o semiáridas del planeta se degradan puede pasar mucho tiempo antes de recuperarse. Mientras tanto no serán productivas desde el punto de vista agrícola y pecuario.
La producción de alimentos depende de la siembra y esta se da en la tierra. Este recurso es la piel del planeta y actualmente se está viendo amenazada por una serie de procesos naturales y artificiales altamente contaminantes que arriesgan con disminuir en un 12% la producción de alimentos en los próximos 20 años.
El suelo es la capa superficial de la tierra
Su formación responde a muchos factores complejos que se juntan para crear distintos tipos de superficies.
El viento, el agua, la erosión, la gravedad, organismos y microorganismos que lo conforman le dan al suelo sus propiedades. Quizás y para muchas personas no es más que la superficie que se pisa, pero en realidad sustenta la vida de muchos seres incluyendo la de los humanos.
Desde la revolución agrícola todo cambio, por fin las personas podían permanecer en un lugar y asentarse, porque podían cultivar y no se tenían que mover para conseguir alimentos. Esto cambio para siempre la historia de la humanidad.
Con estos cambios las personas tuvieron tiempo para desarrollar otros conocimientos y la evolución dio un salto significativo. Fue cuestión de tiempo para que apareciera la escritura y se mejorara el sistema numérico y de ahí en adelante comenzó la historia.
Los suelos áridos y la degradación
Ya han pasado miles de años desde los primeros pasos de la humanidad en la agricultura y la ganadería. Sin embargo sigue siendo fundamental para la civilización, ya que la alimentación del 100% de la población depende de esta actividad y esta a su vez de los suelos.
Los suelos también sufren los efectos de la contaminación y se pueden degradar. La contaminación del suelo, ha llegado a un punto que la cosecha producida en muchos lugares no es apta para el consumo. Los suelos se pueden deteriorar o desaparecer.
Este recurso desaparece cuando son sellados por estructuras y ya no se pueden usar para otros fines.
Pero cuando se deterioran o degradan pierden sus propiedades. Esto sucede no solo por los efectos climáticos y contaminantes, también por la mala utilización del recurso a través de los sembradíos y la ganadería.
Los suelos se degradan por perdida de materia orgánica, salinización y sodificación, acidificación, compactación, contaminación, anegamiento y desertificación. Este último se da en terreno seco-subhúmedo, áridos y semiáridos.
El terreno secos-subhúmedo se encuentra en algunas zonas mediterráneas y subtropicales.
Todos estos tipos de terrenos tienen en común la característica que son áreas con pocas lluvias. Es decir, que el recurso hídrico es escaso. Por tal razón el paisaje se vuelve árido disminuyendo la materia orgánica, la cobertura vegetal y la biomasa.
Los suelos áridos y semiáridos en peligro de desertificación
El 48% de los suelos del planeta son áridos o semiáridos. Estas superficies representan un importante porcentaje de terreno cultivable.
Sin embargo, el cambio climático y los factores que se nombraron anteriormente están acelerando el proceso de desertificación de por lo menos el 38% de estos suelos. Esto puede llegar a representar una disminución del 12% de la producción de alimentos en los próximos 25 años.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) advirtió que según sus estudios y análisis entre un 25% y 35% de las tierras áridas se están degradando. Existe un riesgo real que la capacidad productiva de estas zonas se pierda en las próximas dos décadas.
Además, podría aumentar en un 60% la emisión de dióxido de carbono.
A las advertencias de la UICN se le suma el estudio realizado por un equipo de españoles del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria, encabezado por Monserrat Núñez.
Según un análisis de ciclo de vida confirmaron que el 38% de las zonas áridas del mundo están en riesgo de desertificación.
Este porcentaje representa ocho áreas de riesgo máximo entre las que se encuentran: Las praderas, zonas marinas, Mediterráneo, la sabana, la estepa tropical y subtropical, el desierto templado, la estepa templada, el desierto tropical y subtropical.
Este último con un alto riesgo y corresponde a los territorios de Oriente Próximo, Australia, el suroeste de China, África del Norte y el margen oeste de América del Sur. A esto le siguen el Mediterráneo, las zonas marinas y por último y con menor riesgo las praderas.
¿Cómo se encuentra la situación de España ante el problema de la desertificación?
España se encuentra entre los países europeos con más amplios territorios en riesgo de desertificación.
Las zonas como Alicante, Murcia, Las islas Canarias y Almería están entre las regiones de mayor riesgo. Las condiciones que influencian en esta problemática se encuentran el abandono de tierras de cultivo por un lado y por el otro, la sobre explotación.
A esto se le suman las características propias de las zonas y los incendios forestales. Un factor muy reciente es la información de la comunidad científica es el aumento de 2 °C de la temperatura de Tierra, circunstancia bastante grave y contraproducente para las soluciones que se necesitan con urgencia.
Soluciones ante la crisis de degradación de los suelos
Ginger Andersen director general de la UICN, ha destacado la importancia de las tierras áridas para el abastecimiento de las comunidades cercanas a ellas.
Además contribuyen a reducir los impactos de los desastres ambientales. Pero hay que considerar que son ecosistemas frágiles que requieren de inversión para su cuidado, mantenimiento y productividad.
Es por esta razón que lo más importante es generar inversión de capital que se dirija a la protección y cuidado de las tierras áridas y semiáridas, Esto no solo tendrá un impacto ambiental sino que aumentará considerablemente el porcentaje de tierras cultivables y la producción de alimentos.